¿Y que dijo el otro?

Ayer me quedé dormida hirviendo en rabia, hoy me desperté de la misma manera. Es bastante desagradable la sensación de sentir como la frente se te expande, como si toda la mala vibra se juntara en el interior de tu cráneo y estuviese a punto de explotar.

Creo que realmente estoy enojada y es por un cúmulo de cosas: inoperancia, desilución, derrota, falta de ambición de 4 hueones de mierda que deciden en una pieza que hacer con una de las cosas que más quiero, pero sobretodo injusticia y prepotencia.

Yo no sabía que el hecho de tener un traje verde, un casco tipo gazú y una luma te daba derecho a atropellar a tu antojo. Creía que la dictadura ya se había acabado. Tampoco sabñia que lo que mencioné antes les dá derecho a esos hijos de puta de actuar en el anónimato. Dijo y repito hijos de puta porque eso es lo que son. Nunca se atreven con alguien de su tamaño, siempre es contra el más indefenso, contra el más pequeño. Nadie me va a decir que fue una situación aislada porque lo he visto en varias canchas de Chile y no sólo en lo que concierne a mi equipo, a mi gente. Yo no inventé como a una señora la arrastraban por el suelo en Playancha, cómo a un chuncho lo dejarón sin pantalones y colgando desde la reja del Nacional, cómo le pegaron a una niña con su hijo en Rancagua, cómo en San Felipe te tiran los escudos encima, cómo en el Monumental te pegan por celebrar un gol. No no, no miento ni invento todo lo que nombro y podría seguir eternamente. Pegarle a un niño es una cobardía de marca mayor, sin perdón ni justificación.

A opción de sonar cliché, hay que resistir no más. Pararse en la hilacha y no dejarse pasar a llevar. ¿Que chucha se creen?