30.3.06

Ronroneos y Bigotes.






Tengo 2 gatas. Mañosas y posesivas como ellas solas. Su abundante pelaje -que las hace parecer peluche- es de tonos grises y negros; sus ojos acusadores en la oscuridad, verdes. Una es la madre y la otra es su hija, son la Cucha y la Cato, respectivamente.

La Cucha llegó un día de visita, cuando los vecinos que habían recogido a dos gatitos pequeñísimos (2 meses), nos los prestaron para hacerles cariño. Mi mamá estaba fascinada, yo igual...acostumbrada a los perros (en otra ocasión hablaré de mi notable perro), me sorprendían sus garritas y sus patitas suevecitas como almohadas...y los pequeños "miau" que salían de sus gargantitas.

Un día nos enteramos que el vecino -un guatón con un parecido impresionante a Don Gualo de Cachureos- quería ir a botar los gatitos al canal San Carlos... Nadie puede ser tan malo para botar un gatito a un canal...o un perro, ó que se yo. Bien, este guatón maricón se quedó con las ganas, porque nos quedamos con la gata y los vecinos del frente con el otro gato: fin del asunto y nada que lamentar.


Creció la cucha en medio de los regalonéos, burlándose de mi anciano perro a esas alturas, que ya no alcanza a corretear gatos como antes. Se acostumbró a dormir dentro de la casa -en el sillón ó en la cama, según le tincara- a pedir yogurth, jamón ó atún picado y a tomar agua de la llave porque es más heladita. En el fondo, malcriamos -si, asumo mi culpabilidad en ello- a una gata cuica, mandona, cabrona, guatona y territorial. Pero a la vez es tan inteligente la hueona, que te convence con mirarte, con una gracia ó con un miau. Si, hace lo que quiere con nosotros.


La Cato, una de sus 3 hijos (los otros dos, machos, murieron envenenados por los hijos de puta de mis vecinos), nació pequeña y tímida, de la misma tonalidad de la madre en el pelaje. De hecho, hay mucha gente que nunca las ha distinguido. Ella siempre se apego a mí más que al resto; me despierta a la hora que sea porque quiere dormir debajo de las sábanas...clari que, antes se da cuatrocientas vueltas y me reclama de lo lindo. 'Esta loca esta mujer'- dirán algunos, pero así es.

De verdad que las adoro, las quiero. Soy capaz de pelearme con ellas y me muero si les pasa algo. Me encanta molestarlas, hacerlas rabiar, porque sacan todo su potencial felino...esa exquisitez de la persecusión a objetos rápidos, la cara de atención hacia ellos que ralla en la locura; las 'garritas' en la alfombra o en el sillón; cuando les da por jugar y suben y bajan la escalera peleando...cuando pasan por arriba de uno porque van arrancando; el desfile previo para que les des comida; ó los rasguños en la ventana para entrar a las 5 de la mañana.

Son unas ñoñas de mierda, son notables personajes y me encantan.



Iuuu los gatos!! Dan alergia y ronronean... puaj! Prefiero los perros que son menos catetones y no tienen como héroe al petulante de Garfield.
Bue, saludos y cualquier clorfenamina que necesites sólo tienes que llamar.

besus,  


Como diría Pitufo Gruñón: ¡Odio los gatos!
Pero tu amor por los tuyos, es igual que el mío por mis perros (Homero y Simona).
Así que por esta vez, no los odiaré tanto.
ale  


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